Pen, en Amieva, y Covadonga

Hoy amanece sábado, y encuadra una larga jornada para los pintores, que inician ruta a primera hora en dirección a Cangas de Onís, con lluvia y nubes amenazadoras.

El destino es Pen, en el concejo de Amieva. Ronda los 375 m de altura, y está situado a los pies del pico Pierzu de 1.552 m, en la sierra de Carangas, al que accedíamos a finales de los 60 por la vertiente del concejo de Ponga.

Entre otras construcciones de interés, está la casa Peri del s. XVII, que pareciese una torre defensiva con un posterior anexo lateral, una capilla dedicada a San Roque, patrón que festejan en el lugar, y una panera de 15 pegoyos, que muy bien pudiera tener 17 pues faltan dos apoyos. Dicen que es el resultado de la unión de dos paneras y que es la más grande de Asturias. 

El entorno

Entre este lugar y Santillán transcurre la Ruta del Beyu Pen, que desemboca en el bosque del mismo nombre, conocida también como “El encanto de la mitología”.

Casa Peri, s. XVII

En la montaña había una mina de espato-flúor (fluorita), con una catenaria que bajaba las cubetas con el mineral hasta una estación inferior. Más de 30 minas subterráneas y “a cielo abierto” había en Asturias, con gran demanda productiva a mediados del s. XX. Situadas en Corvera, Llanera, Siero, Colunga, Caravia, Ribadesella,…concentrando más del 70% de la producción nacional.

Hórreos de Pen, vistos por Jose Luis

Acceso a una pradería en Pen. Jose Luis

Entrada a Pen con el Pierzu al fondo visto por Javier

Paseando por Pen. Acuarela de Javier

Acuarela de Jose Manuel. Capilla de San Roque. Pen, Amieva

Acuarela de Jose Manuel

Pen, Acuarela de Valentíin

Muy cerca está Cirieño  o Cirieñu, casi a igual altura que Pen y con similares construcciones. Tiene una casona del s. XV y es pueblo natal de María Rosa Quero, conocida como “La Pastorina”, una de las voces más reconocidas y queridas de la tonada asturiana.

Retornamos hacia Cangas de Onís, desviándonos hasta La Riera, en dónde disfrutamos de un magnífico almuerzo con cabrito asado unos, y churrasco otros. Sin que falte al final un ”prost, prost, Kameraden prost” de los comensales, salvo el conductor, al que a duras penas mantuvimos sobrio toda la jornada.

                                 

Dada la cercanía no podíamos regresar sin visitar Covadonga, lugar magnífico del que disfrutamos sin apenas turistas y con un gran torrente de agua bajo la cueva, mientras Valentín configuraba la última acuarela de la jornada.

Basílica de Covadonga desde el acceso a la Gruta

Covadonga. Acuarela de Valentín

                                       

Una hermosa y completa jornada acuarelística que, aunque fría, se disfrutó sin lluvia.