sábado, 7 de mayo de 2016

Retorno a Rioseco. Balneario de Fontoria

La jornada está fijada de antemano. 

Los lugares conocidos deben de ofrecer nuevos enfoques cuando se retorna a ellos. Hemos de suponer que esa es la razón, o quizás sea la conocida paella que preparan en el lugar. ¡Vaya Ud. a saber!. Ciertamente yo no estaba allí para corroborarlo.

Sea como fuere participan de ésta salida, José Manuel, José Luis y Valentín, que se encontrarán con Manuel en Rio Seco. 

Vista parcial de Rioseco de Sobrescobio.

Acuarela de Jose Manuel Diaz. Rioseco de Sobrescobio
Acuarela de Jose Manuel
Jose Luis tuvo una jornada muy prolífica, presentamos uno de sus trabajos.

Acuarela de Jose Luis Díaz Martinez. Rioseco de Sobrescobio
Acuarela de Jose Luis

Acuarela de Manuel 

Valentin del Fresno con su acuarela de Rioseco de Sobrescobio
Valentín del Fresno con su acuarela


Fotografía de grupo en Rioseco de Sobrescobio
Fotografía del grupo

Javier que estaba en Pola de Allande participa con esta escena de algunas casas de la Puela y la Iglesia de San Andrés (s. XVI con posteriores añadidos), vista desde el plácido paseo fluvial que transcurre hacia la piscina.


Acuarela de Javier Cuevas. Pola de Allande, iglesia de San Andrés
Acuarela de Javier


A veces descubrimos lugares con encanto:

Las aguas termales minero-medicinales

La imagen evoca un esplendor disfrutado en otra época ya lejana. Hay un cierto misterio por el lugar casi imposible en que fue construido a finales del s. XIX. Sus techos han caído, las terrazas desaparecidas, la cocina, comedor y parte de las habitaciones invadidas por una maleza que avanza sin consideración con el paso de los decenios. Las habitaciones de los baños balnearios con sus bañeras de piedra ahuecada recuerdan a aquellos pacientes que con esperanza se sumergían en las siempre curativas y malolientes aguas sulfurosas.

Antiguo balneario
El fotógrafo fotografiado.

Un carro elevado arrastrado por cable permitía a los huéspedes ir a la misa que se celebraba en la pequeña capilla situada en la otra orilla.

Enfermedades de la piel, caries, osteoporosis y hasta ciertos comportamientos psicóticos eran su carta de presentación, según cuentan los antiguos residentes de lugares cercanos. Con un cierto éxito se mantuvo en activo hasta los años treinta del s. XX.

Hoy en día el acceso es complejo y con alto riesgo de accidentarse. La historia y su nombre, mejor dejarlos aquí.